Texto: "Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor,
te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas,
y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar
la cabeza” (Lucas 9:57).
Lo primero que salta a nuestras vista es el lugar donde le fue hecha esta
oferta a Cristo: "Uno le dijo en el camino" (v57); esto es, subiendo
hacia Jerusalén, donde se esperaba que El habría de ser coronado de gloria.
Este individuo había presenciado los grandes milagros del Señor y se presume
que al igual que la gran mayoría de su tiempo, esperaba un reino temporal para
Israel y por eso estaba muy dispuesto a ser de los fieles seguidores del Señor
Jesús, pues le dijo: "Señor, te seguiré dondequiera que vayas", el no
fue llamado por Cristo, pero hizo una gran promesa, se ofreció a servirle
incondicionalmente. Promesa como estas debieran ser todos los compromisos de
las criaturas con el Creador, de modo que la oferta es buena en si misma, lo
malo esta la razón que lo motivo, el anhelo de grandeza terrenal, y esto puede
ser probado por la respuesta: "Y le dijo Jesús: Las zorras tienen
guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde
recostar la cabeza" (v57).