Texto: "Porque la apariencia de este mundo se
pasa" (1 Corintios 7:29-30)
Nuestro tiempo aquí es breve, por esa razón es que debemos apremiar nuestro
paso en el camino al cielo, al decir del apóstol a los Corintios. Es ese
sentir lo que nos hará indiferente hacia las cosas de este mundo, a
desprendernos de lo material.
Cuando la idea de la muerte nace en la mente de un ser humano, no hay nada en
esta tierra que pueda apagar esos pensamientos. Ninguna invitación, por
sublime que sea, ni noble compañía, ni deleites diversos en este mundo puede
apagar los pensamientos de la realidad de la muerte, cuando tales pensamientos
comienzan a crecer en el hombre. Cuando la muerte empieza a cosquillear,
nada de lo creado satisface. Nada puede silenciar la sirena o la alarma
de la muerte, ni el sueño puede apagar tales pensamientos. Mientras el
hombre camina por calles pequeñas en su camino al fin de la vida, nada lo
perturba, pero cuando cae en el camino principal, en la recta final, hasta el
sueño se le ausenta. La idea de la mortalidad no se silencia, hace un
gran ruido.