Texto: "Y
dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver
también tu descendencia" (Génesis 48:11).
Jacob ahora esta ciego, y no puede ver ni siquiera sus propios hijos, aun así
su corazón esta lleno de gozo y su boca de alabanzas para con Dios.
El saboreo la ternura del Señor en el abrazo que dio a sus dos nietos. Atribuye
toda su felicidad al favor divino. Un abuelo cualquiera puede gozarse con sus
nietos, pero los gozos de esta escena están santificados, son mucho más dulce, pues se trata no solo de volver a ver sus hijos, sino
también de ver el favor de Dios en ellos, sus sentidos y su conciencia hicieron
fiesta para alegrar el corazón de este buen hombre.
A veces se pueden ver los incrédulos ricos alegrarse con la abundancia de sus
bienes y agregan esta vana expresión a su alegría: "Tengo estos bienes
gracias a Dios", y esto lo hacen porque quisieran que el Creador celebre
con ellos sus riquezas injustas, cuando en verdad ellos nunca han servido a
Dios sino a las riquezas, tienen el gozo de sus posesiones, pero no el de sus
conciencias, eso no es un gozo santo, sino carnal.
Ellos están seguros que esos bienes injustos no vienen de la bendición del
Creador, ya que sus propios corazones les dicen que han vivido de espaldas a Su
Palabra. El gozo santo es fruto de una obediencia por fe, pues mientras Esaú ya andaba divirtiéndose con mujeres impías, en cambio
Jacob esperaba en Dios, aguardando la promesa de herencia eterna, y ahora Dios
le visita con su bendición. ¡Cuan feliz es la muerte de los santos!
Es probable que para esta fecha el patriarca ignorase de cual de sus hijos
habría de venir el Mesías, y al ver este cuadro de amor del abuelo hacia sus
nietos, uno se pregunta: ¿Por que Jacob amaba tanto a José? Por varias razones,
pero en sentido general es posible que haya sido una razón de fe. La esposa de
su corazón fue Raquel, y el mayor de Raquel fue José, de modo que podemos
suponer con buenas razones que Jacob llegase a pensar que de José vendría el
Mesías, y tal pensamiento puede acentuarse ahora con todo lo que ha ocurrido y
como José ha venido a ser como un salvador. De ser así, su inclinación
por José no fue simple capricho, sino causado por fe en la promesa de Dios de
enviar un Redentor a la casa de Israel.
La alegría por causa de la fe del patriarca debe haber sido de inefable gozo:
"Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha
hecho ver también tu descendencia" (v11). Este sentido cobra mas
notoriedad si tenemos en cuenta que el apóstol cuando se refiere a los héroes
de la fe y su vida ejemplar, no menciona la bendición de los otros hijos, sino
solo esta: "Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de
José, y adoro apoyado en el extremo de su bordón" (Heb.11:21).
No nos debe ser muy difícil imaginar el gozo de la fe de este buen hombre a la
hora de la muerte. Fue tanto su deleite que olvido por completo que era ciego:
"Dios me ha hecho ver también tu descendencia" (v11), el gozo de la
fe nos hace olvidar nuestras debilidades, y actuamos como si los impedimentos
fuesen eliminados. Ciertamente que la fe en Cristo no conoce de barreras
insalvables. Lo mismo sucedió con Rode cuando Pedro
fue liberado de la cárcel milagrosamente: "Y ella de gozo no abrió la
puerta" (Hch.12:13-14).
Doblemos nuestras rodillas en oración y roguemos así: “Señor, auméntanos la fe.”
Amen.