Texto: "Despertó Jacob de
su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová esta en este lugar, y yo no lo sabia. Y
tuvo miedo, y dijo: ¡Cuan terrible es este lugar! no es otra cosa que casa de
Dios y puerta del cielo " (Génesis 28:16).
En el texto se aprecia que la manifestación de Dios a Su pueblo trae consigo su
propia evidencia. En muchos casos ellos no podrán dar una evidencia convincente
a otros, pero ellos mismos están muy convencidos de tal manifestación, que Dios
está con ellos, que Su amor es firme, para ellos es algo innegable, sus almas
quedan impresas, aunque no puedan probarlo a los demás. Aplicado a nuestros
tiempos sería una fuerte seguridad de salvación.
Pregunta ¿Que signo seguirá a esta manifestación del amor del Señor? La misma
reacción que tuvo Jacob: "Y tuvo miedo" (v17), el amor de Dios
aumentará nuestro santo temor, en lugar de provocar exaltación personal,
jactancia o vana gloria, dará miedo. La manifestación de la santidad del
Creador produce en las criaturas temor, reverencia y santo miedo, porque la
bondad de Dios hace temblar aún a Sus hijos favoritos.
El patriarca luego se ocupó en preservar la memoria del encuentro por medio de
dos asuntos; por un lado, establecer una señal, y esto por medio de levantar un
altar memorial: “Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había
puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella”
(v18); esto es, que las misericordias de Dios llaman siempre por una respuesta
al deber. El bien que Dios nos hace es para que le sirvamos más y mejor. Pero
por el otro se ocupó de darle un nuevo nombre al sitio: "Bet-el" (v19).
Por esto Jacob se consagró a su Salvador. Dios ha hecho pacto con cada
Cristiano verdadero, y es ciertísimo que nunca se
volverá atrás de hacer el bien a los Suyos, El lo ha prometido y lo cumplirá,
pero esto no quita ni anula la responsabilidad o deber hacia el Redentor, sino
que por el contrario y tal como Jacob, si es que alguno tiene la misma fe que
él, el Creyente será movido a consagrar mayor amor y sumisión a Dios, pues el
sello inequívoco de la fe viva es la obediencia.
Dios había renovado su promesa al patriarca, y él renovó su consagración a
Dios. Cuando el Redentor nos traiga seguridad de su amor o salvación, entonces
debemos repetir nuestro compromiso de servicio a Cristo. El nos ama para que le
amemos, y amándole nos vaya bien.
Amén.