
Texto:
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y
no desmayar” (Lucas 18:1)
Empezaremos este punto estableciendo el significado general de la frase:
"Orar siempre y no desmayar"; esto es dicho de algo a ser hecho de
manera constante en el tiempo y las ocasiones, tan a menudo como sea posible;
en este sentido habla el apóstol cuando dice: "Tengo gran tristeza y
continuo dolor en mi corazón" (Ro.9:2); esto es,
tan a menudo como se acordaba del asunto.
Aplicado a la oración es tener el habito de orar, el espíritu de orar y el
afecto o fervor de hacerlo; específicamente es, mantenerse orando por una
petición, hasta que Dios nos la conceda.
El orar siempre y sin desmayar incluye un espíritu de oración. Esto es, estar
siempre listos para orar. Los Creyentes se encuentran en una batalla espiritual
continua, entonces se espera de ellos que las armas estén listas, preparados
para entrar en pleito; el enemigo puede atacar en cualquier momento, y si a eso
unimos la verdad de que nuestro poder viene del cielo, es propio, necesario y
obligado que los hombres oren siempre.
Nuestras almas deben estar en tal condición que la oración debe ser frecuente
en nosotros, tal como Nehemías cuando estaba delante del rey, que en el mismo
medio de sus serias ocupaciones encontró una oportunidad para orar, fue una
oración breve, pero de todos modos oro: "Me dijo el rey: ¿Que cosas pides?
Entonces ore al Dios de los cielos, y dije al rey..." (Neh.2:4);
este es un ejemplo elocuente de que significa orar siempre, el profeta doblo
las rodillas de su corazón, aunque no tuvo la oportunidad de doblar las
rodillas físicas.
Orar siempre es tener el espíritu de uno bajo la influencia de la Gracia divina;
como agrega el mismo Nehemías en otro lugar: "Con una mano trabajaban en
la obra, y con la otra tenían la espada" (Neh.4:17);
esto es, estar siempre listos para la pelea.
Debemos orar y nunca cansarnos de hacerlo, no dejarlo ni apartarnos de este
deber hasta que la boca se llena de alabanzas por recibir el bien que hemos
pedido.
Es notorio en nuestro texto que la alusión presente es con relación a una
misericordia particular que hemos pedido y aguardamos que se nos de, y esto se
nota en que la parábola refiere el caso de una viuda pidiendo un favor especifico:
"Hazme justicia de mi adversario" (Luc.18:3).
Entonces el orar de manera constante y sin flaquear es un deber que Cristo
requiere de todos y cada uno de los Cristianos, y que
ellos se mantengan
pidiendo hasta que el favor solicitado les sea concedido.
Amen.