
Texto:
“Los arrasas; son como un sueño: En la mañana son como la hierba que crece; en
la mañana brota y crece, y al atardecer se marchita y se seca” (Salmo 90:5-6).
En la época que abarca el fin de cada año y el inicio del otro, es cuando suele
verse con mas claridad lo que alguien ha denominado el síndrome de la falsa
esperanza; porque no pocas personas al experimentar la frustración del año, se
engañan a si mismo con la falsa expectativa terrenal de que el nuevo les traerá
la felicidad que no conocieron en el que está terminándose, trazan nuevos
planes, se prometen a ellos mismos nuevos logros, pero año viene y año va, y no
logran aprender la lección tan clara que la providencia les esta enseñando: Que
la tierra es un mundo cambiante y que se encamina a su final disolución. Generación
viene y generación va, y vamos presurosos hacia el polvo.
Hoy es el último día del año, por lo que nos ha parecido pertinente hacer un
sensible paréntesis de nuestra providencia presente, y llamar a todos a una
seria reflexión sobre nuestras existencias con el fin de ser instruidos sobre
la brevedad de la vida, la seguridad de la muerte y la inexorabilidad del
juicio divino. Nos encontramos, pues, frente a un año que murió y otro que va a
nacer, y es muy saludable para nuestras almas meditar y pensar sobre estas
realidades bajo la luz vivificante de la Palabra de Dios.
Todos
estamos atravesando por el desierto de este mundo; el año pasado fue una de
esas jornadas, y tuvimos la bendición de haber entrado y salido vivos, pero con
la triste y aleccionadora lección de que muchos quedaron atrás, fueron a su
propio lugar: El sepulcro.
"Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño" (v5-6);
esto es, que los hombres están siendo continuamente transportados por las
corrientes del tiempo hacia el océano de la eternidad. Tan pronto como nacemos
comenzamos a morir, y cada día mas cerca de la muerte.
El tiempo en general y este año que hoy termina en particular nos está
empujando hacia la tumba con una fuerza que no podemos resistir, es como las
aguas de un diluvio poderoso que arrastra hacia abajo aun a los mas fuertes. El
tiempo arrasa con todo lo que encuentra a su paso, no hay nada en el ser humano
que lo capacite para detener ni por un segundo el empuje destructor del tiempo.
Somos como corchos que flotan empujados por la corriente, y estos no pueden
ganar ni un milímetro en contra del paso arrollador del rió.
Agrega Moisés: "Son como sueño" (v5), la vida es un sueño, las
personas no consideran con seriedad o sabiduría su propia debilidad, ni están
enterados que se aproximan a una terrible eternidad. Son como hombres
durmiendo, que se imaginan, sueñan y se deleitan con grandes cosas, hasta que
la muerte los despierta, y pone punto final a sus agradables imaginaciones o planes
terrenales, de cierto que los hombres son sacados de la vida en gran numero y
con mucha rapidez, somos escasamente conscientes del paso del tiempo. Por tanto
tomemos en serio compromiso lo que nos dice el hombre sabio:
“La
conclusión de todo el discurso oído es esta: Teme a Dios y guarda sus
mandamientos, pues esto es el todo del hombre” (Ecles.12:13).
Amen.