Texto:
"Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido y ven acá. Respondió la mujer y le
dijo: porque cinco maridos has tenido, y el que tienes ahora no es tu marido. Esto
has dicho con verdad" (Jun.4:16-18).
Jesús le habló a la mujer de un tema muy vergonzoso para ella, su oscuro pasado.
Ella parece responder con algo de turbación, pero con la verdad; el Señor,
pues, la animó a buscar de Dios con dos estímulos: "Bien has dicho... Esto
has dicho con verdad". Le perdonó su pasado y le elogió su sinceridad.
El estímulo es la expresión suave o de ternura que demos a nuestro prójimo con
el fin de influir en ellos el ánimo al deber. Al igual que nosotros, nuestro
prójimo también tiene sus malos tiempos donde ven todo negro, sin esperanza, y
las adversidades parecen insalvables, en esa condición necesitan ser
estimulados. Usted puede estimularlos haciéndoles ver lo irracional de su
descontento, o ayudándoles a entender las promesas de Dios. De modo que es el
deber de todo buen amigo considerar los fallos o tentaciones a que están
expuestos nuestros amados, y aplicar a sus corazones los medios adecuados para
estimularlos, o poner buenas palabras sobre el corazón de ellos para que sean
levantados.
Ten presente, que la buena comunicación es un arte que requiere un esfuerzo consciente
para mejorarlo. El hablar humano posee dos características que dificultan su
dominio o control, esas dos son: Su rapidez y su fuerza. Su fuerza: Hay ocasiones
que la lengua presiona tanto y tan fuerte contra las bisagras de las mandíbulas
que nos vence y hablamos lo que no debimos haber dicho nunca. Rapidez: Además
de fuerte es muy veloz, desarrolla una velocidad tan grande que no hay manera
de detenerla y sale a la luz el pecado. Para poder refrenar la lengua necesitamos
no solo ser cuidadosos y velar, sino también tomar una sólida resolución para
no corromper la buena comunicación: "Cuidare mis caminos para no pecar con
mi lengua. Guardare mi boca con freno, en tanto que el impío este frente a
mi" (Sal.39:1).
Entonces, solo y únicamente Dios puede capacitarte para dirigir correctamente
el uso de una buena comunicación. Cualquier esfuerzo sin la bendición del cielo
es nada, por eso ruega al Señor: "Pon, oh
Jehová, guardia a mi boca; guarda la puerta de mis labios" (Sal.141:3); es
claro que el salmista no le esta pidiendo que le haga un mudo, sino que le
enseñe a comunicarse correctamente, puesto que solo Dios puede poner freno a la
lengua.
Amen.