Texto: "Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y
entre tu descendencia y su descendencia" (Génesis 3:15)
Este verso nos dice donde se origino el aborrecimiento que tiene el mundo
contra hacia el verdadero Cristiano. Mire donde se origino. Hay una hostilidad
natural entre las dos simientes, como entre el lobo y la oveja, o el perro y el
gato; así hay una aversión entre la simiente de la mujer y la simiente del
serpiente; entre el mundo y sus seguidores contra los seguidores de Cristo.
Otro texto que lo confirma: "Abominación es a los justos el hombre inicuo,
y el de caminos rectos es abominación al impío" (Pro.29:27); hay una mutua
rivalidad entre el bueno y el malo, de tal modo que nunca podrán hacer una firma
amistad. El bueno no aborrece al malo, porque no se odia la persona sino el
pecado. Un buen hombre siente aversión hacia el mal donde quiera que el pecado
se encuentre, pero principalmente en si mismo. Por eso el justo se siente
ofendido con las malas obras de los impíos, aunque no sienta odio hacia su
persona.
Otro verso: "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo. Pero ya no
sois del mundo, sino que yo os elegí del mundo; por eso el mundo os
aborrece" (Jun.15:19); los hombres están clasificados en dos grandes
grupos, unos son del mundo y otros no. Algunos tienen toda su esperanza,
corazón y conducta en las cosas de esta tierra, ellos son de aquí; sus maneras,
el temperamento de su espíritu y el curso de su adoración son dirigidos hacia
las cosas de este mundo. En cambio otros tienen sus juicios, sabor y afectos, y
se dirigen a una vida que es después de esta, escogidos de entre los hombres
para la persecución y disfrute de mejores cosas. De modo, que las Escrituras
enseñan claramente esta clasificación de los hombres.
El ejemplo clásico lo constituye Caín y Abel. Caín fue el patriarca de los
incrédulos, y el Espíritu Santo nos da un comentario de sus acciones: "No
como Caín, que era del maligno y mato a su hermano. ¿Y por que causa lo mato?
Porque sus obras eran malas, y las de su hermano eran justas" (1Jn.3:12);
el uno fue de la simiente de la mujer el otro de la serpiente; el uno adoro de
manera correcta, llevo a Dios la primicia, la grosura y los diezmos al Señor.
El otro fue ligero y descuidado en su adoración. Y así es posible enumerar
muchos otros casos: Ismael e Isaac; Esau y Jacob. Los unos aborrecían los otros
porque esos otros eran santos.
Así que, cuando escojas una senda de conducta no la juzgue por el odio o el
aplauso del mundo, sino por la verdad de Dios. Asegurare que la verdad esta de
tu parte y que venga lo que venga te mantendrás firme, no te amarres, pues, a
tu propia opinión ni sea el método carnal lo que te guié, ni el miedo a los
hombres, sino por el temor a Dios. Cuando un hombre hace un presupuesto para
construir, gasta libremente y de acuerdo a lo asignado a cada partida, porque
lo hace conforme a lo presupuestado, sabe que tiene lo suficiente para
responder a las necesidades que se presentan, así será con todos los que andan
conforme a las reglas de la piedad y no son guiados por el odio o aplauso del
mundo.
Mira un caso: "Cuando los caminos del hombre le agradan a Jehová, aun a
sus enemigos reconciliara con el" (Pro.16:7); Dios hizo que Jacob hallase
favor con Esau; los tres amigos que fueron echados en el horno de fuego con el
rey de Babilonia.
Por tanto, nunca pretendas abrir la puerta de misericordia con métodos
carnales.
Haz la voluntad de Dios, y El te guardara.
Amen.