Meditación Diaria

Meditacion del 17 de Abril

Texto: “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro” (Juan 16:1).

 
Nuestra historia empieza así: “El primer día de la semana”; o que el autor enfoca su vista y la de sus lectores en la semana, y de la semana en un día especifico, el primero. La semana tiene siete, sin embargo ninguno de los otros son mencionados como este en todo el NT, o que se le da un tratamiento especial al primer día de la semana. Esto es, que el lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y aun el mismo sábado no son mencionados con el brillo y honra para el pueblo Cristiano como el primero. La semana terminaba el sábado o séptimo día, luego el primero que es nuestro Domingo. Y no es para menos, la vida del Nuevo Pacto, que fue mucho antes profetizado,  se inicia con este solemne y hermoso día.


Una lectura superficial
del NT mostrará que la vida, visión y esperanza de los Creyentes y por ende de la Iglesia fue radicalmente transformada a partir de este día. Los discípulos se habían escandalizado con la muerte de Jesús, pero ahora con la resurrección volvieron a seguir el Cordero con un amor renovado, de entrega total e incondicional por el Evangelio: “Este es el día que hizo Jehová”. ¿Qué sucedió ese primer día de la semana? La resurrección del Señor Jesús.

 
Salta a la vista que el amor es diligente, no descansa ni se atemoriza. El interés de María por Jesús es manifiesto, ya que tan pronto como se apercibió que el día estaba al iniciar, vino al sepulcro. Como el velador que aguarda con ardor que el día amanezca para hacer lo planeado. En su caso es más relevante, pues es normal que el sexo débil sea más temeroso, aun así no tuvieron en cuenta la oscuridad, soledad y peligros para venir a la tumba, en especial con un muerto tan controvertido entre el pueblo. Vinieron a pagar el último homenaje a su amado Salvador. Téngase en cuenta, que si entendiendo que estaba muerto fueron tan interesadas, ¿cómo hubiese sido si hubiesen sabido que había resucitado? Así que, el amor es diligente, no descansa ni se atemoriza.

 
Nadie se sintió tan obligado y fervientemente agradecido
como esta María. Recordemos que siete demonios fueron sacados de ella por el mandato de Cristo (Marc.16:9). Ahora ella es libre del poder del demonio, y hace todo aquel que ha sido librado así, amar a Jesús. La gratitud, cuando es sincera, produce un ferviente deseo de retribuir el bien recibido. Y ante este testimonio de María, nos humillamos, porque somos tan ingratos habiendo recibido el perdón de nuestros pecados. Como está escrito: “La fe que obra por el amor” (Gal.5:6). La gratitud es un fruto obligado de la fe.  

 

Amén

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