Meditación Diaria

Meditación del 13 de noviembre

Texto: “Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Que salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O que salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. Pero ¿que salisteis a ver? ¿A un profeta? Si, os digo, y mas que profeta." (Mateo 11:7-9)

 
El contexto que rodea estos versículos es cuando Juan el Bautista envió dos de sus discípulos a preguntar a Jesús si el era el Mesías esperados por todos. Y el Señor entonces les respondió a su pregunta, y llama nuestra atención que Su respuesta hace énfasis en la cualidad de Sus obras de misericordia, lo que de paso nos enseña, que nuestras buenas obras son las que deben hablar por nosotros, mas que lo que puedan hablar nuestros labios, pues será casi siempre nuestra conducta lo que finalmente dirá lo que en realidad somos.

 
Con el fin de atar vuestro entendimiento al deber que tenemos por delante, adentrémonos en el contexto del mismo para considerar con brevedad la relevancia de las Palabras de nuestro Salvador.

Texto: “Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Que salisteis a ver al desierto


Es explicito del pasaje que el Señor esta encomendando a Juan el Bautista como un profeta muy superior: "Mas que profeta" (v9). Los profetas anteriores a Juan hablaron del Mesías, pero el Bautista le vio, lo identifico y lo introdujo a los ojos de sus semejantes; los otros vieron a Cristo en la distancia, pero Juan lo vio frente a frente.

La encomienda que hace de Juan es introducida con tres preguntas relacionadas con el propósito con el cual la gente concurrió a el antes de ser puesto en la cárcel, nótese las tres interrogantes que Jesús les hizo: “¿Que salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O que salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. Pero ¿que salisteis a ver? ¿A un profeta? Si, os digo, y mas que profeta" (v7-9); véase que hizo la pregunta tres veces, como si les hubiese dicho: ¿Cual fue vuestro propósito? ¿Por que vinieron a el? ¿Que intención tuvieron de oír un profeta de Dios?

  
Ellos no vieron a Juan como una caña cascada, o puesto en lenguaje presente una veleta o persona inconstante; ni tampoco a un hombre elegante y de modales principescos, ya que nadie se atavía para vivir en el desierto como el vivió; en otras palabras ¿Que los movió a ir tras Juan el Bautista?

 
Ante ese cuadro uno se pregunta: ¿Por que el Señor Jesús hizo estas preguntas que tienen un mismo significado? En sentido general para despertar a la reflexión seria, o lo que es lo mismo para despertar la multitud y también a nosotros o nuestras conciencias, para hacernos volver en si, traernos al buen y sano juicio, y no a la corriente de  las masas, nótense sus palabras:  "Comenzó Jesús a decir a la gente" (v7); como si combatiera la masificación de mente o el simple seguir sin entendimiento la corriente de la mayoría, como si los exhortara a cuidarse, porque sabido es, que consuelo de muchos,  consuelo de tontos.

 
En lo particular, la respuesta seria así: Parcialmente, para mostrar que las razones que muevan al deber religioso, deben ser muy bien examinadas antes de ejecutarlas. Parcialmente, para avergonzarlos o humillarlos de que no fueron a Juan con un propósito correcto, ya que si así hubiese sido, que fueron a oír un profeta de Dios, ¿por que entonces no creyeron lo que Juan dijo de Jesús?


Ahora bien, como se aplica eso a nosotros; entendemos que se aplica en esto: “Que cuando vayamos a cualquier ordenanza del Señor, debemos considerar seria y bíblicamente nuestro propósito; de otro modo, preguntarnos a que hemos venido".

 
A diferencia de los seres irracionales, nosotros, por lo general, tenemos un fin en mente antes de poner manos en la obra, o pensamos antes de actuar. Y si esa cualidad, la empleamos muy a menudo en los asunto del diario vivir, cuanto mas ejercitarla en la profesión de fe que hemos hecho, la cual tiene consecuencias eternas, y sobre todo porque nuestra meta clara y definida ha  de ser la gloria de Dios o el honrar con nuestro hechos Su Palabra. Reacuérdese que las obras en la piedad no valen a menos que sean hechas en amor, esto es, con un fin escritural bueno y verdadero.

 
Entonces es necesario que haya una labor de reflexión y auto examen sobre tu alma antes de participar de cualquier ordenanza bíblica, pues la negligencia en los deberes que Dios pide es muy a menudo tenida como una provocación contra El, al manejar Sus cosas santas con desprecio y superficialidad.

 
No olvides que tu perteneces por Gracia a un pueblo o congregación, cuyos corazones han sido sacados del mundo para Dios; tus leyes y propósitos son diferentes a las personas de la calle, ellos no tienen Dios, en cambio tu sí profesas tener al Dios y Padre del Señor Jesucristo.

 

Amen.

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