Texto:
"Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que hablo Jehová, diciendo: En
los que a mi se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré
glorificado. Y Aarón callo." (Levítico 10:3)
Estas son las palabras que Moisés hablo a su hermano Aarón para consolarlo y
aquietarlo, después que dos de sus hijos cometieron sacrilegio al ofrecer fuego
extraño en la adoración a Dios, y por eso la ira divina los consumió o fueron
muertos; esa inesperada, la muerte de sus hijos, lo atribuló, pero Dios se
compadeció de su siervo y le habló por medio de Moisés, de manera que moderó el
espíritu angustiado de su hermano; de donde se aprende, que el mejor medio para
consolar el corazón es el uso adecuado de la Palabra de Dios con nuestros
hermanos.
"En
los que a mi se acercan me santificare, y en presencia de todo el pueblo seré
glorificado" (v3). De aquí se puede notar y concluir ve que debe haber una
reverencia común en toda adoración a Dios. Entiéndase, que para adorar al
Creador, es necesario hacer una preparación previa del corazón. De entrada uno
se pregunta: ¿Que significa "Me santificare" en el pasaje? Esto es,
que Dios hará que Su Nombre aparecerá santo, o que El se dará a conocer como un
Dios santo delante de Su pueblo. Es como si el Señor dijera: Seré conocido como
un Dios santo, puro, apartado de todo mal; soy auto existente en mi mismo y
para mi mismo, como esta escrito: "Yo soy el alfa y la omega, principio y
fin" (Apoc.1:8); esto es, que todo cuanto existe
tiene como causa ultima a Dios, y su creación tiene como propósito de
existencia, la honra y gloria Suya. Y ellos con esto se conducirán a si mismo
con toda reverencia y cuidado, exhibiendo un reconocimiento con santo celo y
santidad en todas sus actuaciones. Pero si ellos no me santifican con su
conducta, es decir que no me glorifican voluntariamente, entonces "Yo me
glorificare en ellos". El pueblo de Dios tiene la obligación, deuda y
compromiso amoroso de santificarle, pero si ellos no lo santifican, Dios le
cobrará la deuda pendiente. Es por eso que con relación a todos los seres
humanos, los cuales son todos pecadores, unos penitentes y otros que son
impíos; para los primeros el Señor tiene una vara en Sus manos, pero para los
segundos tiene una soga para condenarlos y colgarlos por toda la eternidad en
el infierno.
Mire como este texto resume todo eso: "Y el uno al otro daba voces,
diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los Ejércitos; toda la tierra esta
llena de su gloria" (Isa.6:3); esto es, que baste leer la pagina de
esquela mortuoria de los periódicos, para notar que la gloria de Dios esta
constantemente sobre toda la tierra. En cuanto a los ciudadanos de Su reino,
Dios es santificado por la vida y conducta santa de Su pueblo, dándole gloria
voluntaria, por el amor que los santos profesan a Dios. Así lo escribe el
apóstol: “Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones" (1Pe.3:15);
los Creyentes santifican en sus corazones cuando ellos temen y reverencian al
Señor en sus corazones; cuando por la Gracia de Cristo ellos combaten contra
los malos pensamientos y cultivan todo lo bueno y que es de buen nombre; pero
también lo santifican en la vida, cuando sus vidas son gobernadas por las leyes
de Cristo. Y sino lo hacen así, Dios se santifica a si mismo por medio de
juicios disciplinadores. Aunque no todas las
tribulaciones son por un pecado específico, y ejemplo es Job y el patriarca
José. Pero en general la instrucción divina cuando habla sobre esto dice:
"Pero el Señor al que ama disciplina y azota a todo aquel que recibe por
hijo" (Heb.12:6).
Y aquí en este pasaje de (Lev.10:3), se nos enseña que nos acerquemos con temor
y reverencia a adorarle. Con estas palabras Moisés aquieto el corazón de su
hermano Aarón. Revisemos con toda humildad y honestidad como ha ido creciendo
el aborrecimiento al pecado por temor a los juicios de Dios entre otras causas.
Dios muestra en los sufrimientos de Cristo la manifestación de su ira contra el
pecado.
Por tanto, preguntémonos con diligencia: ¿Como nos hemos comportando
frente al pecado en los momentos de soledad, cuando nadie nos ve? Las
amarguras, sufrimientos y pasiones del Señor Jesús deben producir
aborrecimiento al mal, entiéndase como mal todo lo que Dios ha prohibido en Su
Palabra: “Sabiendo esto que nuestro viejo hombre fue crucificado con el" (Ro.6:6).
Amen.