Meditación Diaria

Meditación del 9 de noviembre

Texto: "Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en el corazón..." (Eclesiastés 7:2-4).

El hombre sabio instruido por su experiencia en fe nos dice: Que las adversidades son una necesaria y misericordiosa manera que el cielo emplea, para recuperar los pecadores corrompidos por la prosperidad y retornarlos a Dios.

  
Los sentidos tienen como fin principal la preservación del cuerpo, pero no siempre juzgan adecuadamente, y en lugar de hacer el bien, en ocasiones engañan al individuo y nos llega el mal; otras veces están entrando el bien al alma, pero como trae disgusto a la carne el bien es rechazado y somos dañados. Difícilmente un niño juzgará como beneficioso una amarga medicina que curaría su enfermedad.

Texto: "Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que viv


Así que, el gusto y el olfato están incapacitados para siempre juzgar con precisión lo que es saludable o perjudicial al cuerpo, mucho mas están los  sentidos incapacitados para saber lo que es útil al alma, en materia de vida o muerte la consulta nunca debe ser hecha a los sentido del individuo, eso seria una locura. La razón humana estaría siendo anulada, y la falacia de los sentidos entronada, cuando la persona estima la prosperidad como su mayor felicidad, y la aflicción es aborrecida como la peor calamidad: "Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en el corazón...". La prosperidad estimula y fortifica las pasiones sensuales, las cuales son un veneno para el alma.

 
La prosperidad desvía la mente de considerar las cosas que pertenecen a nuestra paz eterna. En este estado los pensamientos son dejados en la superficialidad, entiendas en solo ver los beneficios presentes de la abundancia, pero no ver las consecuencias o el disgusto de Dios que ellas traen.

  
Ahora bien, en esto la medicina natural y la espiritual están de acuerdo, que un extremo es curado por el otro. El Malo destruye engañosamente las almas de los hombres con los placeres del pecado, y Dios los sana con el amargo de las aflicciones, es el remedio más eficaz para curarlos.

 

La aflicción tiene el bendito efecto de volver al hombre sobre si mismo y le cierra los oídos a los mágicos sonidos del mundo; entonces la verdad y la conciencia que estuvieron amordazadas, son libradas y alzan sus voces que el individuo no puede dejar de oír el terrible sonido de la culpa del pecado y la locura en que habían caído.

 
 Aun el más duro de los corazones no puede dejar de oír la conciencia cuando habla. Hay un ejemplo bíblico que ilustra esta verdad de manera muy clara: Balaam; empujado por la codicia o el amor a la prosperidad terrenal. Este hombre se coloco en contra del mandato de Dios; y el Señor, para refrenar su  locura hizo que una burra le hablara, pero su codicia era tan grande que no oyó y se puso a discutir con la burra: "Y viendo el asna el ángel de Jehová, se echo debajo de Balaam...."(Num.22:27-34). Luego le vemos haciendo declaraciones que solo una conciencia sensible puede hacer: “Muera yo la muerte de los rectos, y mi postrimería sea como la suya” (Num.23:10); esto es, que no hay un hombre tan malo en extremo, tan animal, tan bruto que no tenga un momento de cordura en el cual no desee la salvación de su alma, aun Balaam la deseo.

 

Pero el proceso completo puede ser visto mas claro en el hijo pródigo (Luc.15:14-20), donde las diferentes etapas de este proceso pueden ser notadas: La aflicción, (vs14-16); la conciencia se despierta y le habla (v17);  la resolución de volver a Dios (vs18-20); así que, las aflicciones son una misericordia de Dios para traernos a la salvación, porque tienen la virtud de desvanecer los oropeles de la vanidad de este mundo.

  
Es como si un hombre comienza a encontrar que su esposa ya no le agrada, porque el ha descubierto una joven rubia, hermosa y de atractiva apariencia, pero se entera que esa rubia tiene SIDA, la desgracia de ella lo apartara de la posible infidelidad; las adversidades nos hacen ver el mal del pecado y de lo inútil en buscar la verdadera felicidad en este mundo, enfría el amor a la prosperidad terrenal, nos hace pensar, considerar que la apariencia agradable de las cosas no es suficiente para llamarlas un bien real, como dice el refrán:  No todo lo que brilla es oro.

Ahora, si consideramos las aflicciones con el buen propósito que tienen, entonces podemos armonizarlas con nuestra voluntad y nos persuadirán con paciencia y gratitud aceptarlas como un testimonio del favor peculiar de Dios. Como declara nuestro Salvador: "Yo reprendo y castigo a todos los que amo; se, pues, celoso, y arrepiente" (Apoc.3:19).

  
Por el contrario, es signo de un desprecio total de Dios, cuando no somos cruzados con adversidades: "Y saciare mi ira sobre ti, y se apartara de ti mi celo, y descansare y no me enojare mas" (Ezq.16:42), esto es, que a veces hay un final divorcio del Señor y deja los hombres a su propia idolatría, los deja sin corrección. Después de esto se nos hace mucho mas claro y entendible la paradójica declaración de Pablo: "Nos gloriamos en las tribulaciones".

 

Amen.

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