Meditación Diaria

Meditación del 29 de diciembre

Texto: Entonces los judíos, por cuanto era la víspera de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposos era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí ..."  (Juan 19:31).


El relato de nuestro pasaje es único del Evangelista Juan y en el mismo se nos
informa de lo sucedido entre la muerte de nuestro Señor y todo el movimiento realizado para su posterior sepultura.

 
Al ver la manera como los judíos manejaron todo este asunto, llama la atención, con tristeza y espanto, que la escrupulosidad religiosa puede vivir en una conciencia totalmente muerta o cauterizada. Porque ellos fueron muy estrictos en ultimar a los crucificados, y al mismo tiempo ajenos de tan siquiera una brisita de compasión; al margen de la ley divina precipitaron la muerte de estos que colgaban en los maderos. Al leer el pasaje, parece como si en aquella oportunidad fue el entendimiento de las autoridades religiosas en Jerusalén, que la Ley de Dios los mandaba acelerar la muerte de los crucificados. ¿Pero era eso lo que mandaba la Ley?

 

Vayamos a Ella misma para averiguarlo:  "Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hicieres morir, y lo colgares de un madero, no dejareis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterraras el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado" (Dt.21:22-23); la ley dice que había que apresurar el enterramiento del ejecutado antes de caer la noche, pero no dice que ellos ni nadie debían apresurar su muerte, por ningún medio estaban facultados por Dios para semejante crueldad.


Llegaron muy lejos, pues sus conciencias no fueron heridas al matar injustamente a Jesús, pero si fueron muy diligentes por el temor de la contaminación ceremonial. La superstición siempre estará más llena de ceremonias, que de misericordia, bien nos
informa la instrucción bíblica a que una de los signos inequívocos de un verdadero hijo de Dios, será siempre la compasión o misericordia. En esta historia vemos que todo hombre debe tener algo de religión en su interior, porque de otro modo no podrán aquietar sus conciencias; por lo menos deben decir que creen en Dios. Mire la escrupulosidad de aquellos hombres y su gran crueldad: "Entonces los judíos, por cuanto era la víspera de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí" (v31-33). La tradición nos informa que rompían los huesos de los crucificados dándoles golpes con una barra de hierro.

 
El odio feroz que tenían los enemigos del Señor les hizo olvidar toda traza de humana compasión. Note usted en este espécimen el profundo y cruel aborrecimiento que tienen los enemigos de Dios a Cristo, y también contra los amigos de Jesús. Pero todo ese odio lo soporto el Señor por amor de Sus elegidos: "Bendito, eternamente bendito, sea Su amor por nosotros". Después de ver este cuadro, meditemos en lo que Cristo es para todos y cada uno de los que tiene fe en el; cantemos, pues, haciendo coro con el salmista: "Jehová es toda mi salvación y todo mi deseo". El es el Cordero pascual, el alimento por excelencia del alma, y cuando el Ángel venga destruyendo a los enemigos de Dios a ti no te golpeara, porque tus dinteles estarán rociados con Su inocente Sangre, de modo que en todo y para todo es tu seguridad.


Pero tampoco los enemigos de Dios podrán hacerte daño: "Porque Aquel que fue engendrado por Dios te guarda, y el maligno no te toca" (1Jn.5:18).

 

Amen.

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