Texto:
"Porque se os ha concedido a vosotros, a causa de Cristo, no solamente el
privilegio de creer en él, sino también el de sufrir por su causa” (Filipenses 1:29).
El desánimo o depresión espiritual hace que las aflicciones y sufrimientos
duren en uno más de lo normal, y esto, porque la impaciencia hace que el
enfermo vea al médico como un hombre cruel; o que mientras más grita un niño
bajo la vara, más duelen los azotes.
Pero si consideramos y aplicamos al corazón lo que son las aflicciones de los Creyentes,
entonces el mal de la depresión se disminuye, cuando no desaparece. De modo
que, es muy conveniente mirar en detalle aquello de las aflicciones de los
santos. El Nuevo Testamento enseña que ellas fueron compradas por el Señor
Jesucristo para los suyos: "Así que nadie se gloríe en los hombres; pues
todo es vuestro, sea Pablo, sea Apolos, sea Pedro,
sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo porvenir,
todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios" (1Co.3:21-23).
Nótese que Pablo dice que la muerte, el rey del miedo y de las angustias, es
aquí citado como uno de los bienes que Cristo compró
en Su sacrificio, y lo compró para usted y se lo dejó a usted. Si la muerte es
suya, todas las aflicciones que son hijas de ella, también son suyas, y uno se
pregunta: ¿Quien va a tener miedo de lo que es de su propiedad?