Texto:
"Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes
contra el.
Pero
Esteban, lleno del espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo,
vio la
gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios" (Hech.7: 55-56).
Aquí podemos ver de cerca la oposición que, en mayor o menor grado, siempre
habrá contra el Evangelio y esto se aprecia en el enorme poder de corrupción
que exhibían los perseguidores de Esteban: "Se enfurecían en sus
corazones", no resistieron ser reprendidos.
Al mismo tiempo que odiaban a Esteban de la misma manera se torturaban a ellos
mismos, sus almas se inundaron de veneno, y esto siempre ocurrirá con el
oponente del Evangelio, que se afligirán ellos mismos, porque la enemistad
contra Dios enferma el espíritu del hombre, tal como la fe y el amor lo sanan. Es
imposible oponerse a Dios y no dañarse a si mismo. El amor al pecado es la
mayor enfermedad, por eso inevitablemente terminara en muerte: "El alma
que pecare, morirá".