Texto:
“Y Eliseo estaba sentado en su casa, y con él estaban
sentados los ancianos; y el rey envió a él un hombre. Más antes que el
mensajero viniese a él, dijo él a los ancianos: ¿No habéis visto cómo este hijo
de homicida envía a cortarme la cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el
mensajero, cerrad la puerta, e impedidle la entrada. ¿No se oye tras él el
ruido de los pasos de su amo?” (2 Reyes 6:32).
En medio de una enorme crisis general en todo Israel, y en particular en la región de Samaria, junto a eso la rabia del impío rey Joram, el profeta Eliseo se sienta quietamente en su casa con algunos amigos Creyentes, y de pronto Dios le revela el malvado plan del rey: Aquí se hace cierto el refrán: Hijo de gato, caza ratones. Su padre fue un hombre malvado y el hijo aprendió también ser un criminal, mandó a matar el inocente profeta. Es cierto que los hijos heredan el pecado original de sus padres, pero ciertos malos hábitos lo aprenden de lo que ven y oyen hacer en sus propios hogares; la reacción del rey es claro ejemplo de eso. Ahora el mismo Dios que le mostró el peligro también le revela que hacer. El profeta previó el peligro y de inmediato tomó medidas apropiadas: “Cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, e impedidle la entrada”. Ningún hombre es mandado por Dios a poner a disposición su cuello a un trato injusto y cruel. Eliseo hubiese sido culpable de su propia sangre si no hubiese tomado la precaución de lugar. No debemos ir en contra de nuestro buen juicio. No debemos ver el peligro venir y quedarnos quietos a esperarlo, hay que evitarlo a toda costa.