Meditación Diaria

Meditación del 31 de diciembre

Texto: “Los arrasas; son como un sueño: En la mañana son como la hierba que crece; en la mañana brota y crece, y al atardecer se marchita y se seca” (Salmo 90:5-6).

En la época que abarca el fin de cada año y el inicio del otro, es cuando suele verse con mas claridad lo que alguien ha denominado el síndrome de la falsa esperanza; porque no pocas personas al experimentar la frustración del año, se engañan a si mismo con la falsa expectativa terrenal de que el nuevo les traerá la felicidad que no conocieron en el que está terminándose, trazan nuevos planes, se prometen a ellos mismos nuevos logros, pero año viene y año va, y no logran aprender la lección tan clara que la providencia les esta enseñando: Que la tierra es un mundo cambiante y que se encamina a su final disolución. Generación viene y generación va, y vamos presurosos hacia el polvo.


Hoy es el último día del año, por lo que nos ha parecido pertinente hacer un sensible paréntesis de nuestra providencia presente, y llamar a todos a una seria reflexión sobre nuestras existencias con el fin de ser instruidos sobre la brevedad de la vida, la seguridad de la muerte y la inexorabilidad del juicio divino. Nos encontramos, pues, frente a un año que murió y otro que va a nacer, y es muy saludable para nuestras almas meditar y pensar sobre estas realidades bajo la luz vivificante de la Palabra de Dios.

 

Todos estamos atravesando por el desierto de este mundo; el año pasado fue una de esas jornadas, y tuvimos la bendición de haber entrado y salido vivos, pero con la triste y aleccionadora lección de que muchos quedaron atrás, fueron a su propio lugar: El sepulcro.


"Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño" (v5-6); esto es, que los hombres están siendo continuamente transportados por las corrientes del tiempo hacia el océano de la eternidad. Tan pronto como nacemos comenzamos a morir, y cada día mas cerca de la muerte.


El tiempo en general y este año que hoy termina en particular nos está empujando hacia la tumba con una fuerza que no podemos resistir, es como las aguas de un diluvio poderoso que arrastra hacia abajo aun a los mas fuertes. El tiempo arrasa con todo lo que encuentra a su paso, no hay nada en el ser humano que lo capacite para detener ni por un segundo el empuje destructor del tiempo. Somos como corchos que flotan empujados por la corriente, y estos no pueden ganar ni un milímetro en contra del paso arrollador del rió.


Agrega Moisés: "Son como sueño" (v5), la vida es un sueño, las personas no consideran con seriedad o sabiduría su propia debilidad, ni están enterados que se aproximan a una terrible eternidad. Son como hombres durmiendo, que se imaginan, sueñan y se deleitan con grandes cosas, hasta que la muerte los despierta, y pone punto final a sus agradables imaginaciones o planes terrenales, de cierto que los hombres son sacados de la vida en gran numero y con mucha rapidez, somos escasamente conscientes del paso del tiempo. Por tanto tomemos en serio compromiso lo que nos dice el hombre sabio:

“La conclusión de todo el discurso oído es esta: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre” (Ecles.12:13).

 

Amen.

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