Meditación Diaria

Meditación del 19 de noviembre

Texto: “Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).

 
La Biblia pone un énfasis especial y se deleita en proclamarlo, que Cristo cargó la culpa de nuestros pecados o que llevó el castigo por nuestras faltas.

 
 Jesús murió por nosotros y alejó de nosotros nuestras maldades, y varios son los textos que anuncian esta verdad con especial deleite: “El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero a fin de que nosotros, habiendo muerto para los pecados, vivamos para la justicia. Por sus heridas habéis sido sanados... Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos... He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (1Ped.2:24;Heb.9:28; Jun.1:29).

Texto: “Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por


El tomó nuestros pecados o que mediante la fe le entregamos nuestras transgresiones y rebeliones para que tuviésemos Su justicia. Cristo hace un intercambio con nosotros: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que fuésemos hechos justicia de Dios en el” (2Co.5:21); esto es, que mediante este intercambio Dios Padre nos ha dado la pureza, bondad, sabiduría y santidad de Jesucristo. ¡Que buen negocio: Dar nuestras miserias para que nos den riquezas!
Todo lo malo, feo, vergonzoso y despreciable en el pecador lo toma Cristo para Si mismo y morir por ellas. El es pecado en nosotros, y nosotros justicia en El. Entiéndase por justicia el conjunto de cualidades que hace a una persona inocente justa y buena.

  
En el Pacto de la Gracia todos los intercambios son así: “El Creyente sale ganando y Cristo muriendo. El Hijo de Dios fue hecho el Hijo del hombre, para que los hombres puedan venir a ser los hijos de Dios.” O que El toma nuestras miserias y por la fe tomamos Su gloria. Nacido de mujer para que seamos hijos de Dios.

 
La única protección segura contra la ira de Dios es: Que Jesucristo murió por nuestros pecados. La justicia divina es estricta e imparcial, el apóstol dice: “Dios no perdono a los ángeles que pecaron” (2Ped.2:4); pero la mayor prueba de esa verdad es dicha así: “No escatimó ni a su propio Hijo” (Ro.8:32).


No hay nada en los cielos ni en la tierra que pueda proteger eficazmente contra la justa ira e indignación de Dios contra el pecador, sino solo y únicamente la fe en la muerte del Hijo de Dios.

  
Es cierto que en ocasiones seremos tratados con el disgusto del Señor para corregir nuestras desviaciones y desobediencia, pero solo será eso, disgusto paternal, castigo de nuestro misericordioso Padre celestial, pero nunca ira consumidora: ¡Bendito sea Dios por Jesucristo!

 
Así que: Preparémonos por medio de un probarnos a nosotros mismos para proclamar y recordar la muerte del Señor Jesús hasta que El venga, y con fe digamos una vez mas a nuestras necesitados corazones: “Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados.; el castigo de nuestra paz fue sobre el, y por su llaga fuimos nosotros curados”.

 

Amen.

Buscar Meditaciones

Fecha: