
Texto:
"¿Mujer, por qué lloras? ¿A quién buscas?" (Juan 20:15).
Es notorio en nuestro texto que Cristo demanda saber de María cual es el objeto
de su deseo. El sabía muy bien la razón de su tristeza, no obstante le hace la
pregunta: "¿Mujer, por qué lloras? ¿A quién buscas?" (v15); ella le
llamaba Maestro, y El entonces ejerce su oficio instruyéndole. Esto no solo fue
con ella, sino también con otros, porque todos los tratos de Cristo para con
los suyos están llenos de buen significado y ricas instrucciones. El ciego de
Jericó: "Respondiendo Jesús le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego
le dijo: Maestro, que recobre la vista" (Mrc.10:51). Cristo favorecerá a
los hombres de acuerdo a la fe de ellos.
Es la
voluntad de Dios que le hagamos conocer nuestro pedido específico, no para
informarlo, sino para que así califiquemos para la
misericordia que necesitamos. El marinero debe acercar el bote a la costa, pero
este nunca pretende que la costa se acerque al bote. Así mismo es con las
misericordias de Dios, nosotros nos acercamos a ella, no ella a nosotros. Los
favores de Dios son como montañas que siempre están ahí, y la montaña no se
acerca a uno, sino que uno va a la montaña.
Este suceso en la vida de María no es tanto, "buscad y hallareis",
sino "pedid, y se os dará". Procuremos, pues, que cuando estemos
buscando o pidiendo algo de Cristo que no haya deficiencia en nuestros deseos,
porque hasta que la deficiencia no sea cubierta no recibiremos lo que estamos
buscando. Pero es muy consolador, que nuestras oraciones serán encaminadas y
llevadas hasta la perfección por el mismo Cristo, porque El es propicio a
nuestras debilidades y se deleita en hacernos el bien.
Concluimos, que todos los tratos de Cristo para con los Creyentes están llenos
de buen significado y ricas instrucciones. Además, que detallar y
particularizar las oraciones, fortalece la fe del Creyente. Si una novia no
está esperando cartas de parte de su novio, entonces cuando le llegue tendrá la
inclinación de darle poca importancia; en cambio si su corazón está a la espera
de que su novio le escriba, el día que le llegue la esperada correspondencia su
pecho se ensanchará en alegría y el fuego del amor será vivificado. Al venir a
la Mesa del Señor, procura, pues, ser específico en tus oraciones. Eso es lo
que hoy El te ha dicho.
La respuesta a las oraciones particulares aumenta nuestro amor a Dios y
fortalecen nuestra fe en la fidelidad de Su Palabra. Te es muy conveniente,
pues, que abras de par en par la puerta de tu corazón, dile todo lo que tú
buscas y hazle conocer todos tus deseos. No escatimes esfuerzos en detallar
toda tu alma a tu Redentor y Señor.
Amen.