
Texto:
"Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos
sujetan en tu nombre" (Lucas 10:17-20).
Este pasaje ilustra lo sutil y peligroso de crecer en aprecio y honra terrenal.
Los discípulos nunca habían manifestado tan grande gozo como hasta este
momento, no obstante Dios en carne estaba entre ellos, hubo mas jubilo por el
poder terrenal concedido, que por el Redentor; nótese que se trata de dones
espirituales, aun así no debe eso darnos mas alegría que el tener vida eterna o
comunión con Cristo, mucho menos deben las cosas de este mundo ganar nuestro
corazón, sino la comunión con Dios.
Ahora bien, si queremos ganar ventajas contra el mal que pueda traernos el
alcanzar aprecio y honra terrenal, entonces debemos emplear esas cosas en la
gloria de Dios y el bien de otros.
Es corriente en la sociedad demandar a los ricos aportar mayor participación en
resolver los males de una nación pobre, los que mas tienen pagan mayor cantidad
de impuestos; entonces los beneficios aumentan la obligación para con los
demás. Así las personas en dignidad deben gobernar con ese bendito fin, que la
sabiduría, el poder, la santidad, la justicia y la misericordia de Dios sea
manifestada en las diferentes administraciones que El les ha dado.
Por eso aquellos quienes disfrutan de cualquier tipo de buena abundancia,
deben, de acuerdo a sus capacidades, aliviar las necesidades de los otros. Esto
significa que cuando Dios da prosperidad a un hombre, le manda a dar para que
de este modo la persona aumente sus riquezas, como alguien ha dicho: "Haz
tu nido cerca del Señor y no en esta tierra, porque Dios ha vendido este mundo
al poder de la muerte y destrucción".
Amen.