Meditación Diaria

Meditación del 19 de Septiembre

Texto: "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado" (Marcos 16:15-16).


 Esto es, que todos y cada uno de los que por un verdadero arrepentimiento y fe abandonan la carne, el mundo y el diablo, y se entregan ellos mismos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, como Creador, Redentor y Santificador, encontraran en Dios un padre que los ha reconciliados y por causa de Cristo les ha perdonado sus pecados y les ha dado a ellos Su gracia por el Espíritu; si ellos perseveran en este curso de vida, entonces finalmente serán glorificados y conocerán de eterna felicidad. Pero los que no creen el Evangelio serán reos de eterna perdición, condenados por toda la eternidad en el infierno. Esa es la suma del Evangelio.

Texto: "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura

 
Hablando de su obra como predicador el apóstol Pablo lo dice así: "Y sabéis que no he rehuido el anunciaros nada que os fuese útil, y el enseñaros públicamente y de casa en casa, testificando a los judíos y a los griegos acerca del arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesús" (Hec.20:20-21). Aunque quizás uso diferentes colores para presentar el cuadro, Pablo siempre predico lo mismo, el arrepentimiento hacia Dios y la fe en Jesús. Los que han de llevar el evangelio no deben olvidar su propia experiencia, que cuando el Evangelio llego a ellos, los encontró en un estado donde no le interesaban las cosas de Dios ni mucho menos el disfrute en una vida de piedad. Fue necesario que nuestros intereses fuesen cambiados y una nueva forma de gobierno viniese sobre la voluntad.


Los asuntos espirituales no tenían sabor agradable, tales cosas estaban asociados a la idea de algo inútil y sin provecho, y esto por causa del pecado, nuestro amor a las criaturas en desprecio del Creador. Así que, lo más simple y necesario para la paz es el arrepentimiento hacia Dios. Aun siendo lo mas necesario no es suficiente, y no es suficiente porque el desafecto es mutuo, nos hemos olvidado de Dios y El nos aborrece, por lo tanto es necesario volver a El y que El se agrade en recibirnos. Por el arrepentimiento nos volvemos al Señor y por la fe en Cristo le somos agradable. El pecador ha ofendido al Creador, para reconciliarse necesita desagraviar al ofendido y restituir lo dañado. Ambas cosas son necesarias.


Ahora bien, la ofensa cometida contra Dios requiere de una restitución. Esta restitución a Dios es a lo que las Santas Escrituras llaman fe o creer en Jesucristo: "A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que el sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Ro.3:25-26). Así que, cuando por el arrepentimiento nos volvemos a Dios como nuestro fin, debemos aplicar a Jesucristo a nosotros mismos por medio de la fe, como un medio de obtener el fin que buscamos. Por el arrepentimiento tomamos a Dios como nuestro Dios, nos volvemos al Creador. Por la fe tomamos a Cristo como nuestro Príncipe o Gobernante, y Salvador.


Los que ganan almas para Cristo tendrán el reconocimiento de Dios en el día de gloria. Cuando una persona es traída a salvación, los santos se gozan, y también los ángeles, pero mucho mas se goza Cristo, se deleita cuando ve la prueba y poder de Su muerte en los que ha ganado para Dios, pero también hay alegría en ti al ganar un alma, mire como lo dice el apóstol: "Porque, ¿cual es nuestra esperanza, gozo o corona de orgullo delante del Señor Jesucristo en su venida? ¿Acaso no lo sois vosotros?" (1Tes.2:19).


Y a ti pregunto: ¿Estas tu deseoso de ir al cielo sin tener ninguna alma para presentar a Cristo ganada por ti? ¿Has pensado en lo que será entrar en la eternidad sin que haya nadie salvado por tu esfuerzo?

  
Si al considerar esto ningún sentido de vergüenza o humillación se levanta en tu corazón que reprenda tu indiferencia o irresponsabilidad, entonces con toda solemnidad te exhorto a ir a la cruz de Cristo y que estudies nuevamente cuales son tus responsabilidades. Considera la historia de la mujer Samaritana y ve que Dios esta preparado para bendecir el humilde esfuerzo de Sus hijos:


 "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones. Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat.28:19).

 

Amen.

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