Texto: "Y les dijo: Id
por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado" (Marcos
16:15-16).
Esto es, que todos y cada uno de los que por un verdadero arrepentimiento
y fe abandonan la carne, el mundo y el diablo, y se entregan ellos mismos a
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, como Creador, Redentor y Santificador,
encontraran en Dios un padre que los ha reconciliados y por causa de Cristo les
ha perdonado sus pecados y les ha dado a ellos Su gracia por el Espíritu; si
ellos perseveran en este curso de vida, entonces finalmente serán glorificados
y conocerán de eterna felicidad. Pero los que no creen el Evangelio serán reos
de eterna perdición, condenados por toda la eternidad en el infierno. Esa es la
suma del Evangelio.
Hablando de su obra como predicador el apóstol Pablo lo dice así: "Y
sabéis que no he rehuido el anunciaros nada que os fuese útil, y el enseñaros
públicamente y de casa en casa, testificando a los judíos y a los griegos
acerca del arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesús" (Hec.20:20-21). Aunque quizás uso diferentes colores para
presentar el cuadro, Pablo siempre predico lo mismo, el arrepentimiento hacia
Dios y la fe en Jesús. Los que han de llevar el evangelio no deben olvidar su
propia experiencia, que cuando el Evangelio llego a ellos, los encontró en un
estado donde no le interesaban las cosas de Dios ni mucho menos el disfrute en
una vida de piedad. Fue necesario que nuestros intereses fuesen cambiados y una
nueva forma de gobierno viniese sobre la voluntad.
Los asuntos espirituales no tenían sabor agradable, tales cosas estaban
asociados a la idea de algo inútil y sin provecho, y esto por causa del pecado,
nuestro amor a las criaturas en desprecio del Creador. Así que, lo más simple y
necesario para la paz es el arrepentimiento hacia Dios. Aun siendo lo mas
necesario no es suficiente, y no es suficiente porque el desafecto es mutuo,
nos hemos olvidado de Dios y El nos aborrece, por lo tanto es necesario volver
a El y que El se agrade en recibirnos. Por el arrepentimiento nos volvemos al
Señor y por la fe en Cristo le somos agradable. El
pecador ha ofendido al Creador, para reconciliarse necesita desagraviar al
ofendido y restituir lo dañado. Ambas cosas son necesarias.
Ahora bien, la ofensa cometida contra Dios requiere de una restitución. Esta
restitución a Dios es a lo que las Santas Escrituras llaman fe o creer en
Jesucristo: "A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su
justicia, a fin de que el sea el justo, y el que justifica al que es de la fe
de Jesús" (Ro.3:25-26). Así que, cuando por el
arrepentimiento nos volvemos a Dios como nuestro fin, debemos aplicar a
Jesucristo a nosotros mismos por medio de la fe, como un medio de obtener el
fin que buscamos. Por el arrepentimiento tomamos a Dios como nuestro Dios, nos
volvemos al Creador. Por la fe tomamos a Cristo como nuestro Príncipe o
Gobernante, y Salvador.
Los que ganan almas para Cristo tendrán el reconocimiento de Dios en el día de
gloria. Cuando una persona es traída a salvación, los santos se gozan, y
también los ángeles, pero mucho mas se goza Cristo, se deleita cuando ve la
prueba y poder de Su muerte en los que ha ganado para Dios, pero también hay
alegría en ti al ganar un alma, mire como lo dice el apóstol: "Porque,
¿cual es nuestra esperanza, gozo o corona de orgullo delante del Señor
Jesucristo en su venida? ¿Acaso no lo sois vosotros?" (1Tes.2:19).
Y a ti pregunto: ¿Estas tu deseoso de ir al cielo sin tener ninguna alma para
presentar a Cristo ganada por ti? ¿Has pensado en lo que será entrar en la
eternidad sin que haya nadie salvado por tu esfuerzo?
Si al considerar esto ningún sentido de vergüenza o humillación se levanta en
tu corazón que reprenda tu indiferencia o irresponsabilidad, entonces con toda
solemnidad te exhorto a ir a la cruz de Cristo y que estudies nuevamente cuales
son tus responsabilidades. Considera la historia de la mujer Samaritana y ve
que Dios esta preparado para bendecir el humilde
esfuerzo de Sus hijos:
"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones. Y he aquí
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat.28:19).
Amen.