Nuestro propósito presente no es discutir sobre la idea original de la filosofía pragmática, sino sobre una de sus variantes, la cual proclama que la experiencia religiosa es más importante que la doctrina bíblica.
Este pensar se ha introducido en el Cristianismo y está arrastrando no pocos al engaño. El corazón falso de entonces es el mismo hoy, el hombre no ha cambiado mucho, aun cuando experimente progresos sociales, tecnológicos y de derechos humanos. Y esa variante del pragmatismo la encontramos en este verso: “Ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del Cielo y derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá como en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno” (Jer.44:17). Nótese: “Tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno.” No es nuevo que hombres y mujeres estén juzgando la verdad de la religión por sus experiencias. Si el asunto funciona y te da beneficios, entonces es verdad.
Significado espiritual. Si se compara el pensar de Jeremías con ellos, notará una diferencia, la cual es ésta: El hombre de fe juzga la mente y la voluntad de Dios por lo que está revelado en Su Palabra; en cambio el pragmático lo interpreta por lo que Dios hace en Sus obras. Ellos dicen que si tienen buenas experiencias, el Señor está con ellos. Si prosperan, si tienen grandes congregaciones, si progresan socialmente, si se les multiplican las diversiones, si logran desarrollar actividades que mantenga la feligresía contenta, es que la providencia divina obra a su favor, o que son bendiciones del amor de Dios. Así piensan.
Operación. El pragmático es como Poncio Festo (Hech.26), su vista se enfoca básicamente en lo que a su juicio funciona. Sus mentes no dan lugar al mundo de lo invisible, sino a lo que temporalmente les beneficie. La manera como opera el pragmatismo es, que si ven que sus acciones son exitosas, concluyen que tal conducta es correcta. En cambio si hacen algo en la religión verdadera, o en el Cristianismo y eso no les trae prosperidad terrenal, aun cuando no tengan base bíblica para censurar lo que hacen, sospechan de la verdad: “Desde que dejamos de quemar incienso a la Reina del Cielo y de derramarle libaciones, nos falta de todo, y somos exterminados por la espada y por el hambre” (Jer.44:18). Era correcto abandonar la práctica idolátrica, sin embargo como no les dio beneficio material, dudaron de esa buena obra. Juzgan el favor del cielo por el engrosamiento de sus bolsillos. Así una persona rolliza, su médico le prescribe rebajar de peso; antes su figura era de prosperidad, pero ahora se ve delgada, como si estuviera peor de salud cuando está mejor. La realidad de una vida no se juzga sólo por la apariencia. Estando mejor es cuando se ve peor.
En esta forma de pensar los sentimientos carnales suelen tener una voz de mando excesivamente fuerte, en cambio lo que es razonable, en ellos es de voz débil. Cuando sus sentidos son afectados dudan de la verdad, otro caso: “Ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que le habían derrotado. Y dijo: Puesto que los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también les ofreceré sacrificios, para que me ayuden a mí. Pero ellos fueron los que lo hicieron fracasar a él y a todo Israel” (2Cro.28:23). Rechazan la verdad, porque en no pocas ocasiones quienes viven más fieles y estrictos con la verdad son más sufridos. En cambio los más infieles tienen menos problemas; razonan, pues, que Dios trata a los tales con más favores terrenales, y por tanto han de ser más felices. De ese modo bendicen a quienes Dios aborrece.
Empuje. Esta influencia del pragmatismo dentro del pueblo de Dios no debiera ser subestimada, ya que aun grandes Creyentes fueron casi contaminados, y hoy día no pocos de los nuestros a menudo son casi engañados. Un caso muy conocido, Asaf: “En cuanto a mí, por poco se deslizaron mis pies; casi resbalaron mis pasos, porque tuve envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de los impíos” (Sal.73:2-3). Aun nosotros, tú y yo somos tentados a pensar que el lado de la prosperidad es mejor que la verdad. El pragmatismo corrompe el buen juicio y se apresura a condenar al inocente: “Entonces, al recoger Pablo una cantidad de ramas secas y echarlas al fuego, se le prendió en la mano una víbora que huía del calor. Cuando los nativos vieron la serpiente colgada de su mano, se decían unos a otros: ¡Seguramente este hombre es homicida, a quien, aunque se haya salvado del mar, la justicia no le deja vivir!” (Hech.28:3-4). Al juzgar por los ojos de la cara, fueron llevados a conclusiones erradas. Juzgan la mente y voluntad de Dios por los hechos de la providencia y no por Su Palabra revelada en la Biblia. Peor aún, que la manera en que opera su razonamiento los conduce a dilatar el arrepentimiento: “Cuando la sentencia contra la mala obra no se ejecuta enseguida, el corazón de los hijos del hombre queda más predispuesto para hacer el mal” (Ecles.8:11). Como Dios en Su paciencia no los ha castigado, concluyen que pueden seguir haciendo mal y no serán molestados. Jeremías se topó con esta reacción de los judíos en Jerusalén.
Veamos ahora el caso de un Creyente llegando a razonamientos equivocados por la influencia de este pragmatismo religioso, es decir juzgar la mente y voluntad de Dios sólo por lo que está sintiendo o experimentando: “Y Gedeón le respondió: ¡Oh, señor mío! Si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Dónde están todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Ahora Jehová nos ha desamparado y nos ha entregado en mano de los madianitas” (Jue.6:13). Así no pocos de nuestros hermanos, verdaderos Creyentes están inclinados a decir: “Si Dios me habría amado, nunca me hubiese dejado caer en una calamidad tan profunda como esta, o quizás digan de otro modo, que la aflicción que les ha caído es porque Dios no les ama”. Hermanos, si la verdadera religión no fuese asunto de fe, sería propio pensar así, o que la providencia de Dios es sólo para agradar los sentidos, o juzgar el amor divino sólo por nuestra experiencia, pero no olvidemos que vivimos por fe no por los sentidos. El pragmatismo es un mal al que tú y yo estamos expuestos.
Hermano, no todo lo que brilla es oro. La prosperidad material de los incrédulos es consistente con el aborrecimiento de Dios. La prueba infalible del amor de Cristo es la salvación. Oye como lo dice el salmista: "Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia con tu pueblo; visítame con tu salvación" (Sal.106:4), hay un favor de Dios que es común a todas las criaturas, los bienes materiales, pero hay otro que sólo da a los elegidos, quienes han conocido la salvación. Y Pablo agrega: “Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro.5:8). No podemos decir que un perro que viva en un palacio, con abundante comida y cuidados sea amado por Dios. ¿Cómo puedo saber si alguien ha recibido ese preciado don espiritual? La respuesta se encuentra en este texto: "Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu" (Ro.8:5). La naturaleza de una criatura se conoce por su alimento; los herbívoros, comen hierbas; los carnívoros, carne, y los espirituales, se alimentan de las cosas del Espíritu. Amén.