Texto:
“Nos escogió en el desde antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos
y sin mancha delante de el” (Efesios 1:4).
Los hombres, cuando van referir el hecho de que tienen un cabal conocimiento
sobre el carácter de uno de sus semejantes, por lo general, dicen conocer esa
otra persona desde hace ya mucho tiempo, o que ha transcurrido lo suficiente
recibiendo información que se encuentran en capacidad de emitir un justo juicio
sobre ese otro.
Con relación a Cristo, la mente de ningún hombre puede trazar desde el
principio la trayectoria de ese amor, y la razón es bien sencilla, porque tal
amor es desde eternidad hasta eternidad. Ahora recibimos sus frutos y efectos,
pero cuan antigua es la raíz que lo sostiene.