Texto:
“Los arrasas; son como un sueño: En la mañana son como la hierba que crece; en
la mañana brota y crece, y al atardecer se marchita y se seca” (Salmo 90:5-6).
En la época que abarca el fin de cada año y el inicio del otro, es cuando suele
verse con mas claridad lo que alguien ha denominado el síndrome de la falsa
esperanza; porque no pocas personas al experimentar la frustración del año, se
engañan a si mismo con la falsa expectativa terrenal de que el nuevo les traerá
la felicidad que no conocieron en el que está terminándose, trazan nuevos
planes, se prometen a ellos mismos nuevos logros, pero año viene y año va, y no
logran aprender la lección tan clara que la providencia les esta enseñando: Que
la tierra es un mundo cambiante y que se encamina a su final disolución. Generación
viene y generación va, y vamos presurosos hacia el polvo.
Hoy es el último día del año, por lo que nos ha parecido pertinente hacer un
sensible paréntesis de nuestra providencia presente, y llamar a todos a una
seria reflexión sobre nuestras existencias con el fin de ser instruidos sobre
la brevedad de la vida, la seguridad de la muerte y la inexorabilidad del
juicio divino. Nos encontramos, pues, frente a un año que murió y otro que va a
nacer, y es muy saludable para nuestras almas meditar y pensar sobre estas
realidades bajo la luz vivificante de la Palabra de Dios.






