Texto: “Los mansos heredarán la
tierra y se deleitarán por la abundancia de paz” (Salmos 37:11).
Para nadie es un secreto que las guerras traen desolación y escasez; así entre
los pueblos, naciones, y con las personas. Con las contiendas vienen harapos y
desgastes. En la vida de Abraham se registra un caso donde
ejerció mansedumbre y eso preservó sus bienes y los de otros: “Entonces surgió
una contienda entre los pastores del ganado de Abram
y los pastores del ganado de Lot. En aquel entonces
los cananeos y los ferezeos habitaban en la tierra.
Entonces Abram dijo a Lot:
Por favor, no haya contiendas entre tú y yo, ni entre mis pastores y tus
pastores, porque somos parientes. ¿No está delante de ti toda la tierra? Por
favor, sepárate de mí. Si tú vas a la izquierda, yo iré a la derecha; y si tú
vas a la derecha, yo iré a la izquierda… Cuando Abram
oyó que su sobrino había sido tomado cautivo, reclutó a sus 318 criados nacidos
en su casa, y los persiguió hasta Dan. Los atacó de noche, él con sus siervos,
los derrotó y los persiguió hasta Hoba, que está al
norte de Damasco. Así recobró todos los bienes y también recobró a su sobrino Lot, sus bienes, y también a las mujeres y a la gente” (Gen.13:7-9;
14:16). La reacción mansa del patriarca le puso en posición posterior de poder
salir en ayuda de su sobrino: “También recobró a su sobrino Lot,
sus bienes” (v16). Entonces hay una estrecha relación entre la mansedumbre y
nuestro patrimonio terrenal. No es secreto para nadie, que un hombre
contenciosos pierde su dinero mucho más fácil, que otro manso y moderado en la
complacencia de sus pasiones.