Texto: "Y
dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver
también tu descendencia" (Génesis 48:11).
Jacob ahora esta ciego, y no puede ver ni siquiera sus propios hijos, aun así
su corazón esta lleno de gozo y su boca de alabanzas para con Dios.
El saboreo la ternura del Señor en el abrazo que dio a sus dos nietos. Atribuye
toda su felicidad al favor divino. Un abuelo cualquiera puede gozarse con sus
nietos, pero los gozos de esta escena están santificados, son mucho más dulce, pues se trata no solo de volver a ver sus hijos, sino
también de ver el favor de Dios en ellos, sus sentidos y su conciencia hicieron
fiesta para alegrar el corazón de este buen hombre.
A veces se pueden ver los incrédulos ricos alegrarse con la abundancia de sus
bienes y agregan esta vana expresión a su alegría: "Tengo estos bienes
gracias a Dios", y esto lo hacen porque quisieran que el Creador celebre
con ellos sus riquezas injustas, cuando en verdad ellos nunca han servido a
Dios sino a las riquezas, tienen el gozo de sus posesiones, pero no el de sus
conciencias, eso no es un gozo santo, sino carnal.