Nuestro Dios Honra la Cultura


En tiempo presente se puede afirmar, que una buena educación en materia secular o de ciencia terrenal o universitaria, es un don de Dios. Lo decimos, porque Esteban inspirado por el Espíritu Santo habla elogiosamente del don de Moisés, o que es engrandecido por su habilidad y sabiduría. Como si dijera, Fulano tiene un doctorado de la Universidad de París.

 

Es, pues, un ornamento al Evangelio cuando un ministro de Dios sea además instruido en ciencias humanas. La Palabra de Dios lo hace con otros hombres: “Enseñados en las letras y la lengua de los caldeos… A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.” (Dan.1:17).

 

Honra divina. Este elogio divino no fue sólo para el gran patriarca, sino también a hombres no Creyentes como algunos descendientes de Caín, nótese: “Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados. Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta. Y Zila también dio a luz a Tubal-caín, artífice de toda obra de bronce y de hierro; y la hermana de Tubal-caín fue Naama.” (Gen.4:20-22). Pablo escribe con ese mismo espíritu de exaltar la Gracia común en hombres doctos e inteligentes: “Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel.” (Hech.22:3). Como si hubiese dicho, mi maestro fue un gran catedrático de la universidad de Harvard. El Señor da honor a quienes cultivan con diligencia y dedicación los deleites del intelecto y la ciencia humana. Dice la historia que cuando el Evangelio llegaba a ciertos lugares y los principales de los templos paganos se convertían, esos templos a los ídolos se convertían luego en Iglesias donde el Dios verdadero fuese adorado; como está escrito: “Cuando viene otro más fuerte que él (diablo) y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín… un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.” (Lc.11:22; 1Co.8:4).

 

Destreza de Moisés. Cuando uno lee como fueron las labores de Moisés dentro del pueblo de Dios, es evidente que la inteligencia y sabiduría que adquirió en Egipto las empleó para la gloria de Dios, y el bien de los Creyentes. Mire esto: ”Como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.” (Heb.8:5). Se le presentó el modelo celestial y lo construyó tal cual, o que no es lejano suponer que tenía amplios conocimientos en arquitectura, matemáticas e ingeniería, pues le bastó verlo. La educación que le dio la hija de Faraón le capacitó para ser de fácil entendimiento y comprender con facilidad asuntos científicos. En tiempo presente puede decirse que fue de gran capacidad en aquello de lectura comprensiva. Una de las cualidades de un buen líder es saber dar instrucciones precisas, claras, y dar seguimiento a lo que encomienda; nótelo: “Y vio Moisés toda la obra, y he aquí que la habían hecho como Jehová había mandado; y los bendijo.” (Exo.39:43). Fue ingeniero supervisor. Se aseguró que el pueblo lo había hecho bien, como se le mandó.

 

 Así que el ejemplo es un fuerte reproche a los enemigos del estudio y la intelectualidad. Pocas cosas le preguntaba el pueblo que no pudiera responder, y si no sabía la respuesta, entonces humildemente iba a Dios en oración buscando luz. Fue un hombre de copioso discurso, y abundante enseñanza, la Biblia le llama el pedagogo o educador de Israel; obra poderosa que hizo con paciencia y grandes esfuerzos: “Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.” (Exo.18:13).

 

Ahora mire la enorme capacidad de discurso que tuvo: “Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra… Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel… Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel.” (Det.5:1; 31:1,7). Al parecer discurseó esta enorme porción de Ley de Dios al pueblo en un sólo día. Su discurso fue bien largo. Trabajaba hasta el cansancio. Su constante diligencia fue signo de su gran sentido de incapacidad, o que Mientras más instruidos son los hombres como lo fue Moisés, más humildes y consciente de su insuficiencia espiritual. Un caso elocuente fue Pablo: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta Gracia de anunciar entre los gentiles el Evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.” (Efe.3:8).

 

Lecciones

El buen conocimiento científico es un don de Dios al hombre. Es el Creador quien bendice y dota a los seres humanos con inteligencia, destreza y diligencia para estudiar, y uno mismo lo ve como algo deseable y como un elemento de adorno a nuestra personalidad y existencia, lo cual facilita la existencia sobre la tierra. Entiéndase que hay un conocimiento natural en las obras de Dios y por Sus obras; también hay otro saber que es sobre natural, el conocimiento de Cristo y la salvación, cuyo término teológico es la revelación especial o salvífica; aun cuando este último es más excelente, no significa que al natural sea despreciado o sin valor.

 

Por tanto, todo verdadero aprendizaje, siendo un conocimiento de las obras de Dios que el Creador ha implantado en ellos, por ser obra del Señor, es en sí mismo, honorable, excelente y deseable, con el agregado que hermosea y enaltece al hombre. Amén.