Una Práctica Deformada


Consideremos este verso: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mt.5:16). Nadie querría conocer a Cristo, a menos que quiera ser como El. No podrá dar gloria a Dios, ni sería beneficiado de las bendiciones que Cristo compró en la cruz del Calvario. La imaginación altiva lo echaría a perder.

 

La felicidad divina se experimenta en nuestras vidas, no cuando la verdad está en la mente o en corazón, sino cuando baja a la voluntad y la ponemos por obra: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.” (Jn.13:17). El deleite divino se siente con la práctica. Dicho de otro modo: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica.” Esto es que amando a Dios y Su Palabra se construye, se edifica un corazón donde reine la justicia, la paz, el gozo, y la alegría que viene del Paraíso. Saber las hermosas doctrinas del Evangelio que sólo produzcan auto complacencia o el elogio del prójimo se quedan cortas de edificar, o de los verdaderos deleites del alma.

 

Aprendamos que hay aquello de un aprender las verdades bíblicas que no aprovechan, o apartan de oír con una tierna conciencia y un corazón manso, lo cual sería trabajar para el ingles o sin provecho, esta declaración, pienso, trae luz a lo dicho por Salomón: “¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él.” (Pro.26:12). Muchos son sabios en su propia opinión, pero no en su voluntad; tienen conocimiento de las doctrinas, pero sus vidas están sin control.

 

Comentario: El conocimiento de la voluntad de Dios en la práctica, es lo que se llama el don de actuar con prudencia, o vivir como verdadero Cristiano. Cuando uno lee la carta a los Corintios notará que hubo un desorden en no pocas áreas, y la respuesta es dicha así: “Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo.” Cuando la imaginación altiva se cuela dentro de una Congregación la piedad degenera en incredulidad; el amor en egoísmo; la justicia en severidad, y la libertad cristiana en mundanalidad o libertinaje.

(Extraída del Sermón: “Una Imaginación Engañosa”  (1C0.8:1)……Pastor Oscar Arocha…. Enero 10/2009).