Lo que se ve en las Iglesias del NT, su historia en veinte siglos, y lo que hacemos, confirman que toda vez que nos reunimos: Predicamos, bautizamos, celebramos la Santa Cena, disciplina formativa y correctiva; todo se acompaña con oración y alabanzas; según la ocasión, con la salvedad de que todos los elementos no están siempre presentes.
Una verdad que emerge aquí es, que los elementos de la adoración pública a Dios en el NP son pocos y fácil de ser guardados. Más aun, que en las revelaciones del NT no hay prescrita liturgia alguna.
Liturgia. En su etimología significa servicio público (Del latín liturgÄa). El diccionario lo define así: “El orden y forma con que se llevan a cabo las ceremonias de culto en la religión.” En el AP había una liturgia definida, solos los levitas podían ministrar, y en un orden preestablecido, un caso: “El sacerdote tomará de la sangre de la expiación, y la pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar. Y le quitará toda su grosura, como fue quitada la grosura del sacrificio de paz, y el sacerdote la hará arder en el altar sobre la ofrenda encendida a Jehová; y le hará el sacerdote expiación de su pecado que habrá cometido, y será perdonado.” (Le.4:34-35).
Nótese que Dios les mandó un orden y forma precisa de hacer esta parte de la adoración pública, pero en el NP no existe tal cosa. Consideremos las prescripciones del Señor Jesús y de Sus apóstoles al respecto. La instrucción de Cristo: “La hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre… Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Jn.4:21,24).
Algo más, cuando enseñó Sus discípulos a orar, les exhortó: “Vosotros, pues, oraréis así.” (Mt.6:9). La oración del Padre nuestro es un modelo de oración, nótese el así de Su prescripción. En los apóstoles vemos igual línea de pensamiento: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.” (Hech.15:28-29). Se infiere de estos textos, que en la adoración pública a Dios en el NT, no existe prescripción alguna sobre una liturgia especifica que la Iglesia debe observar.
Sobre esto Owen agrega: “Ni el Señor Jesucristo, ni los apóstoles usaron de liturgia alguna en la adoración pública que instituyeron, no lo prescribieron ni lo mandaron a las diferentes Iglesias.”
(MARZO 30/2012)