Cuando las Circunstancias no se Alinean con Tus Deseos


Cuando las circunstancias de la vida te conceden lo que tu corazón desea, te sientes feliz y contento. Cuando estas dos cosas se alejan sufrimos. Mientras más se alejan mas sufrimos.

 

Por lo general hay dos maneras de reaccionar en circunstancias dolorosas.

 

1. Hacemos lo que sea por cambiar nuestras circunstancias. Hay ocasiones cuando eso es correcto. Dios no nos llama a ser pasivos o fatalistas ante las circunstancias. El problema surge cuando por salir de situaciones difíciles  muchos rompen promesas, violan confianza, toman decisiones destructivas. Si están en un matrimonio difícil, abandonan. Si es una situación economica difícil, engañan, etc.

Cuando abordamos las circunstancias adversas de esta manera no topamos con un gran problema; No bien cambias tus circunstancias surgen otras difíciles y te la pasarías viviendo en este ciclo sin fin. Es la triste realidad de la mayoría.

 

2. Otra opción es la de los estoicos. Ellos entienden que el remedio al descontento no está en cambiar las circunstancias sino en reprimir los deseos de tal manera que se pueda ser indiferente ante las aflicciones y así no perder el contentamiento. Las personas así se hacen insensibles y no pueden amar.

Ninguna de estas dos maneras de abordar las circunstancias adversas agradan a Dios ni son para nuestro bien.

Cuando el Señor Jesús atravesó las circunstancias más dificiles dijo lo siguiente: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. (Marcos 14:36)

Pudiera parecer que lo que Jesús hizo es parecido a lo primero. Evidentemente no es indiferente. El está sumamente afligido y derrama su corazón en oración. El le pide al Padre que cambie sus circunstancias.

Le pide que si hay otra alternativa, que no le permita pasar este sufrimiento.

Si nos fijamos cuidadosamente hay una diferencia entre la manera como Jesús aborda sus circunstancias. Aunque pide que Dios le cambie sus circunstancias, agrega: mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.

Jesús entrega todo el control de sus circunstancias al Padre. Está afligido pero obedeciendo.

Hubiese sido posible para Jesús justo antes de la cruz abortar la misión y dejarnos perecer a todos. Pero esa no era una opción para él. Nunca lo fue. El no pide que se cancele la misión de salvarnos, sino que le pide al Padre que provea otra alternativa para llevar a cabo el rescate de los pecadores. ¿Por que? Aun siendo la copa una experiencia horrible, Jesús estaba conciente que su deseo por ser librado debía estar en sujeción a su deseo supremo de librarnos.

En el momento de mayor angustia, en el momento cuando la mayoría de nosotros hubiese abandonado la misión, Jesús dice: “mas no lo que yo quiero, sino lo que tú”. A pesar de la dificultad de sus circunstancias El rinde sus deseos inmediatos ante sus deseos supremos y confía totalmente en Dios, sabiendo que el Padre siempre hará lo mejor.

Jesús no niega sus sentimientos ni evita el sufrimiento, sino que nos amó en sus sufrimientos. En medio de sus sufrimientos, obedece por amor al padre y por amor a nosotros.

Hay una diferencia muy importante entre ser indiferente a mis deseos y rendirlos ante Dios. Jesús no fue indiferente, sino que en confianza cede el control de sus circunstancias al Padre.

¡Gracias Señor por amarnos tanto!