Los escribas, con una interpretación distorsionada del Antiguo Testamento, ensenaron al pueblo a amar a sus hermanos y a aborrecer a sus enemigos: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo” (Mat. 5:43). Es posible que muchos de ellos se sentían justificados en aborrecer a sus enemigos por una mala interpretación de los salmos imprecatorios.
Los salmos imprecatorios son aquellos Salmos donde el salmista expresa aborrecimiento por los enemigos de Dios e invoca maldiciones divinas sobre ellos. Quizá uno de los ejemplos más famosos es el Salmo 69, en el que el Salmista dice: “Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y haz temblar continuamente sus lomos. Derrama sobre ellos tu ira, y el furor de tu enojo los alcance. Sea su palacio asolado; en sus tiendas no haya morador”. Además de este, están el 35, 58, 83, 109, 137).
¿La pregunta es, son estos Salmos una justificación para aborrecer a nuestros enemigos? 3 observaciones al respecto:
Conclusión: Un texto fuera de contexto se convierte en un pretexto. No hay razón para aborrecer a nuestros enemigos en base a estos Salmos.