El Peligro de la Prosperidad


Cuando Dios hizo el mundo con  sus partes y criaturas le puso un tono de bondad: "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera."(Gen.1:31); esto es, que todo lo creado sería útil al ser humano en su servicio al Creador.

La naturaleza de las cosas no tiene nada que pueda hacer daño o contagiar nuestras almas, si hacen algún mal no es por ellas en sí, sino cuando las usamos siguiendo las reglas del Enemigo, en desprecio de las de Dios: "La corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia"(2Pe.1:4). La codicia hecha a perder la bendición de las riquezas. Esto es evidente en la historia, muchos santos han disfrutado de enormes riquezas materiales sin pecar contra Dios, siendo mas santos y haciendo el bien a otros por medio de ellas.

 

La sensualidad de las personas es como el mar, que hace salada las dulce aguas del cielo, cambian las bendiciones divinas en leña para sus codicias. El dulce es bueno al sano, pero un veneno al diabético; es la naturaleza de la persona que lo cambia en un mal, para unos es saludable y para otros alimenta su enfermedad. Lo mismo se puede decir del alcohol, que es como un veneno al alma de ciertos hombres, los hace pecar. Hay ocasiones donde el Señor abre su bondadosa mano de manera palpable para ciertas personas, pero abusan de tales bendiciones y el propósito final de hacerles bien queda frustrado por su codicia o abuso, la prosperidad los mata o se hacen mas digno de su propia  condenación. Así está escrito: "La prosperidad de los necios los echará a perder" (Pro.1:32). En el lenguaje bíblico "necio" es lo mismo que incrédulo, pues el sabio es aquel que evita el mal, y este puede ser evitado siguiendo el consejo de Dios, el cual nos hace ver el pecado antes de ocurrir y nos da la debida dirección para apartarnos y no ser perjudicado.

 

Mientras un pecador mas disfrute de las cosas de este mundo, mas se separa de Dios y mas provocará Su disgusto y El lo abandona al peor enemigo del ser humano, su propia codicia y Satanás. En cambio, cuando las cosas de este mundo nos son contrarias mas buscamos de nuestro Creador: "Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos."(Sal.119:71). El mal de la prosperidad no esta en la abundancia de bienes, sino en violar las reglas que Dios ha impuesto para su uso.

 

He aquí el consejo del Cielo es: “No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste... El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto”  (Pro.23:4; Ecle.5:10). Por tanto, tengamos muy en cuenta que hemos sido llamados, no a ser ricos, sino a algo mucho mas excelente:  “El Dios de toda Gracia, nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo” (1Pe.5:10).